domingo, 17 de mayo de 2009

Rene Magritte









La promesa (1928)
Una paloma, símbolo de la paz, acapara en su interior todas las nubes, dejando un cielo límpido, salpicado de pequeñas estrellas.




La bella cautiva (1967)
La tela es aquí una ventana a la realidad, permitiéndonos ver lo que oculta la cortina. Una esfera en primer término da profundidad a la escena.
La obra es una versión realizada al final de su vida de la obra del mismo título de 1947 y de "La condición humana" de 1935.





El cheque en blanco (1965)
La amazona y su caballo atraviesan la floresta mimetizándose con el ambiente.
Se confunden una y otra realidad, el intruso y el bosque, como si el bosque no quisiera que el intruso penetrara, robándole así pedazos de su imagen.




La batalla del Argonne (1959)
Se observa un asteroide suspendido en el espacio, cual si fuera tan poco denso como una nube.
Reina la luna mientras el sol se esconde, tiñendo el horizonte con una bella tonalidad anaranjada.




Los amantes (1928)
Vemos aquí dos amantes privados del sensual contacto de la piel por una tela que envuelve sus cabezas.
Se adivinan sus rasgos a través del frío paño blanco. Sus rostros pegados uno al lado del otro denotan una gran intimidad.




Pintor belga, figura principal del movimiento surrealista. Nació en Lessines y estudió en la Académie Royale des Beaux-Arts, Bruselas. Su primera exposición individual fue en Bruselas en 1927. Para entonces Magritte había ya empezado a pintar en un estilo cercano al surrealismo, que predominó a lo largo de su larga carrera. Diestro y meticuloso en su técnica, es notable por obras que contienen una extraordinaria yuxtaposición de objetos comunes en contextos poco corrientes dando así un significado nuevo a las cosas familiares. Esta yuxtaposición se denomina con frecuencia realismo mágico, del que Magritte es el principal exponente artístico. Buena muestra de su magnífico hacer es el cuadro La llave de los campos (1936, Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid), expresión francesa que sugiere la liberación de cualquier restricción mental o física. Aparte de elementos fantásticos, exhibía un ingenio mordaz, creando versiones surrealistas de obras famosas, como en su lienzo Madame Récamier de David (1949, colección privada), en la que el famoso retrato de Jacques Louis David es parodiado, al substituir a la mujer por un elaborado ataúd. Murió el 15 de agosto de 1967 en Bruselas.





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